Monday, October 23, 2006

Titular: la vivienda en ciutat vella a subido un 500% desde el año 2000

En el último piso que fui a ver el propietario me miraba con cara de incrédulo, como si ese piso estuviera fuera de mis posibilidades. Resultó que tenía razón, porque el mundo se me vino abajo cuando me dijo el precio. ¿Nunca habeis ido a una entrevista de trabajo en que el entrevistador llega a la conclusión, con la primera impresión, de que no pegas en el puesto? Y aún así te hace toda una serie de preguntas estúpidas completamente desganado y mirando el reloj a cada rato, simplemente porque se siente mejor haciéndote pasar ese mal rato que diciéndote "¿no tienes ni idea de lo que hacemos aquí, verdad?". Te sientes como un completo inútil y vuelves a casa deprimido pensando que las cuatro entrevistas que tienes en los dos próximos días te van a ir igual de mal. Pisos demasiado pequeños, en barrios conflictivos, con demasiados compañeros de piso, con caseros zumbados, lejos de la universidad, pisos patera, séptimos sin ascensor, necesitados de reforma... Todos con un denominador en común: mas allá de mis posibilidades económicas. Por mucho que digan, las becas son una puñetera mierda, y la pensión por orfandad es escasa y pronto me la retirarán. Voy marcando pisos y mas pisos del periódico, aunque los marco tan sólo para sentir que estoy haciendo algo útil, y para matar el tiempo mientras me acabo el café.

Llego tarde a la entrevista, así que empiezo a pedalear de manera endiablada sin preocuparme por llegar sudado. Ato la bici a una farola y entro en el restaurante de comida rápida, donde un cajero de doce años me dice que me siente y espere al encargado. Sigo sudando como un cerdo y la camiseta se me empieza a pegar en la espalda. Intento relajarme, pero las palpitaciones bien por el esfuerzo, bien por los nervios, siguen retumbándome en los oídos como un espectáculo pirotécnico. Llega el entrevistador, un tío simpático y con mucha labia que no deja de hablar de contratos, de horarios y de estrés. Me hace unas pocas preguntas, algunas irrespondibles como por ejemplo "por que quieres unirte a nuestra empresa" o "que puedes aportarnos". Típicas preguntas hechas de forma putera para pillarte ante la primera mueca de duda. No se ante que pregunta la cago, solo sé que llega un momento en que cambia la expresión de su cara con un gesto de desaprobación, baja la vista para mirar mi currículum, vuelve a mirarme a mí y vuelve a poner su mejor sonrisa Profident. "De acuerdo Josep, un dia de esta semana te llamaremos" me dice.

Salgo de la entrevista desalentado y desesperado. Las clases empiezan pasado mañana y todavía no tengo ni habitación ni empleo... y por lo visto me acabo de quedar sin sillín de la bici. Y al fin y al cabo me da igual, porque llegados a este punto no se como la gente con la que me cruzo por la calle no se detiene para escupirme en la cara. El camino de vuelta a la pensión hace bajada, pero eso de tener que ir todo el rato de pie sobre los pedales me agota.

Llego a la pensión y me tumbo agotado en la cama y decido no cenar pues el final de mes esta al caer y solo me quedan 200€ para pasar el mes siguiente. Mi cabeza comienza a darle vueltas a lo preocupante de mi situación y me comienzo a poner nervioso. Paso de darle vueltas a la cabeza a dar vueltas inquietas por la cama. Tal vez debería retirar la matrícula de la universidad y que me devolvieran el dinero, tomarme un año sabático para ahorrar y estabilizarme. No lo sé...

Me despierta una llamada insistente del móvil que me esta taladrando los oídos y al descolgar el teléfono me habla un hombre con un acento raro. No es un acento, mas bien es como si hablara con un trapo húmedo metido en el fondo de la garganta. Me dice que ha escuchado el mensaje que le dejé en el contestador y que si quiero puedo ir a ver el piso hoy mismo. Medio dormido, quedo con él al cabo de media hora, media hora de la cual obviamente no soy consciente por el sopor que aún recorre todo mi cuerpo y cuando me doy cuenta ya estoy llegando tarde. Me levanto de un enérgico salto a pesar del hambre y del sueño, agarro la bici violentamente y salgo escopeteado de casa. Todavía llevo puesta la ropa que sudé ayer y seguro he sudado esta noche mientras dormía, pero no me importa. Al fin y al cabo estoy seguro de que el piso no me va a gustar, y si me gusta va a ser a cambio de un desorbitado precio que no voy a poder pagar, pero sigo pedaleando. Supongo que ha llegado un punto en el que estoy tan perdido que sencillamente sigo adelante por inercia.

Es un vecino el que me enseña el piso, el típico hombre pueblerino con una panza pronunciada y un bigote punzante cubriendo una boca que escupe palabras con acento andaluz. El piso está bien situado, tiene el metro cerca y nada mas entrar en él me doy cuenta de que es un loft bastante grande aunque un poco dejado. El vecino me empieza a hablar de cotilleos de la escalera y de términos arquitectónicos de paleta de segunda aficionado al bricomanía. Me paseo por la casa observado cada una de las habitaciones detenidamente y a cada paso que doy me doy cuenta de que el piso está fuera de mis posibilidades Empiezo a ponerme nervioso esperando a que llegue el momento de hablar del tema económico. No quiero estar aquí mas rato, no quiero que el vecino me mire de arriba abajo pensado lo obvio y que acelere la visita para dejar de perder el tiempo conmigo, no quiero que me hable del piso simplemente por cumplir. Quiero irme. Quiero irme.

- ¿Sabes cocinar?- me pregunta
- Si
- ¿Y poner una lavadora?
- Si- contesto ingenuo
- Pues si lo quieres es tuyo
- No creo que pueda pagar un piso tan grande- le digo con un hilo de voz casi inaudible
- No te preocupes por el dinero - me quedo pensando detenidamente durante unos segundos
- Pues no lo entiendo

0 Comments:

Post a Comment

<< Home